El único término que se me ocurre para combatir las vidas y esperanzas destruidas a personas discriminadas por el mero hecho de optar por una OPCION sexual diferente a la heterosexual es ese: ORGULLO.
Nuestra sociedad sufre una PANDEMIA de hipocresía, nos encontramos inmersos en una humanidad aséptica en la que se busca evitar la contaminación o la presencia de microorganismos dañinos. Es una sociedad profundamente superficial y narcisista y algunas víctimas de estos psicópatas aún nos preguntamos por qué marginan. Porque sencillamente es normal que se reproduzcan en una sociedad que aplaude su actitud y discrimina la diferencia.
La diferencia, de la que hay personas que no sólo se han tenido que esconder y otras cuyas vidas se han quedado en el camino, no es analizada por los narcisistas, a quienes se les suele atribuir una sabiduría e inteligencia de la que carecen, estriba en que esas víctimas, contra todo pronóstico, han decidido llevar su vida y su sexualidad como consideren más oportuno respetando siempre la libertad del otro, pero reivindicando la importancia de la diferencia que es lo que nos hace únicos, irrepetibles y valiosos.
No contaba el manipulador con este factor, cuando la víctima decide que sus pensamientos y sus movimientos no van a ser dirigidos, sino que optan por decidir y elegir por cuenta propia.
Los castigos dirigidos al colectivo LGTBI+ son tan extensos que, van desde tratarte como a un enfermo mental, avergonzarse de ti e incluso castigar su conducta con la pena de muerte.
¿Quién dijo miedo? El que dijo Orgullo.
Feliz 28 de junio.